Queridos hermanos en Cristo, en esta mañana al asomarme en mi ventana para la oración contemplativa, me acordé de vosotros como todos los días y he pensado que lo mejor sería deciros personalmente que todos los días le doy gracias al Señor por haberme enviado entre vosotros, estoy muy feliz con vostros y mi única riqueza es Jesucristo y es Él a quien quiero compartir con vosotros en estos años que Él quiera que vivamos juntos. Cuando lo necesitéis, ahí tenéis mi correo, estoy a vuestra disposición.
Para todos mi saludo fraterno. Emiliano.
También nosotros damos gracias a Dios por su presencia entre nosotros; y rezamos para que Él le haga un sacerdote santo y los frutos espirituales de su labor sean abundantes.
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