miércoles, 18 de marzo de 2009

Día de San José. Día del Seminario.

Hoy, festividad de San José, se celebra también el Día del Seminario. Con tal motivo hemos pensado que sería oportuno hablar sobre las vocaciones sacerdotales y dar a conocer un poco más el Seminario Conciliar San Pelagio. Para ello qué mejor que alguien que haya sentido la llamada de la vocación sacerdotal y que esté viviendo y estudiando en nuestro seminario, nos cuente su experiencia. Gracias a Dios, en dos feligreses de nuestra parroquia se dan esos condicionantes. Nos hemos puesto al habla con uno de ellos, el más "veterano", Antonio Escribano, quien el pasado 20 de febrero celebró el rito de la Admisión al Orden Sacerdotal, para hacerle una entrevista en la que nos cuente sus vivencias como seminarista. Antonio ha accedido gustosamente a colaborar con nuestra web y aquí tenéis dicha entrevista.

En tu caso particular ¿como se inició tu vocación?

Está claro que la vocación se tiene desde siempre, pero uno no la escucha hasta un momento determinado. En mi caso, se puede decir que la primera vez que me llamó la atención el hecho de ser sacerdote fue a los 18 años –estando en primer curso de carrera–, cuando en una Pascua Juvenil el cura que allí estaba dijo el Jueves Santo: la felicidad que yo siento ahora mismo sólo la podréis sentir si sois sacerdotes. Pero ese sentimiento lo fui acallando, aunque hubo momentos en los que me lo volví a plantear como en mi cursillo de cristiandad. Aun así, no me decidí a entrar en el Seminario hasta que estuve en quinto de carrera cuando me llamó especialmente la atención la vida del sacerdote encargado de la pastoral universitaria, aunque se puede decir que todo ese año contribuyó a que yo entrase en el Seminario.

Si pudiese resumirse en una palabra las que Dios te dirigió a ti para llamarte al sacerdocio ¿cuál elegirías?

Sígueme (Mt 9,9). Esto es lo único que el Señor dijo a Mateo y esta es la sencillez con la que a mí también me llamó.

¿Cómo fue la reacción en tu familia y amigos ante tu decisión de querer entrar en el seminario?

En mi familia, al principio, hubo de todo. A algunos les costó un poco más al principio aunque, gracias a Dios, desde el principio lo respetaron. Y ahora puedo decir que no sólo lo respetan, sino que se alegran y se enorgullecen de que yo vaya a ser sacerdote.
Mis amigos, al decírselo no se sorprendieron mucho, la verdad. Cuando uno es llamado por el Señor y ha luchado con él, le pasa como a Jacob (Gn 32,23) que cojea y se le nota.


¿Cómo se desarrolla un día cualquiera de la vida de un seminarista?

Pues nos levantamos a la hora que cada uno quiere... sabiendo que hay que estar en la capilla a las 7, jeje. De 7 a 8 tenemos oración. A las 8 es el desayuno y a las 8.30 empezamos las clases hasta las 13.30, con un descanso a media mañana. A las 14.00 tenemos la comida y desde las 14.30 a las 15.00 es tiempo de comunidad en el que compartimos todos juntos en nuestra sala común. De 15.00 a 16.00 es el tiempo de descanso antes del estudio que va desde las 16.00 a las 19.30, con un descanso para la merienda. A partir de las 19.30 empieza un tiempo de oración hasta las 20.10 en que tenemos la Santa Misa y a las 21.00, la cena. Después compartimos un tiempo en la sala de comunidad hasta que a las 22.00 rezamos las completas en nuestra capilla y tras despedirnos del Señor, nos vamos a nuestro cuarto para descansar.
Los viernes solemos tener la Santa Misa por la mañana porque por la tarde tenemos una plática y la exposición del Santísimo, además esa noche vemos una película en la sala de comunidad. Los sábados nos vamos a nuestras pastorales distribuidas por toda la diócesis, pero esto ya lo sabéis porque a la parroquia vienen todos los fines de semana un par de seminaristas.


Y ¿qué actividades extraordinarias se desarrollan a lo largo del año?

Comenzamos el año con los Ejercicios Espirituales en la última semana de septiembre.
En el mes de octubre participamos con los jóvenes en la peregrinación anual a Guadalupe.
En el mes de diciembre tenemos las órdenes de diáconos, uno de los momentos más emocionantes del año. Además, el día de las vacaciones tenemos la comida de las familias, en la que nuestras familias se reúnen en el Seminario y tenemos un día de celebración todos juntos empezando con la celebración de la Eucaristía.
En el mes de marzo tenemos la Campaña del Día del Seminario en la que todos los seminaristas nos distribuimos por todas las parroquias de la Diócesis para hablar de la vocación del Seminario, que muchas veces es un gran desconocido.
En el mes de junio participamos en la procesión del Corpus Christi y tenemos el gran momento del año: las ordenaciones de presbíteros, aunque este año serán en mayo por las circunstancias particulares de D. Juan José.
A lo largo del año tenemos el rito de Admisión a Órdenes Sagradas, que este año he recibido, y la institución de los ministerios de Lector y Acólito.


Cuéntanos como es el “plan de estudios” en el seminario y en tu caso en qué nivel te encuentras.

Los seis años de estudios del Seminario Mayor se distribuyen en dos cursos de filosofía y cuatro de teología. Yo me encuentro este año en el tercer curso, estoy comenzando los estudios de teología y la verdad es que me está gustando mucho.

Desde afuera se puede tener la idea de que la vida en el seminario es una vida muy austera y seria, un tanto triste, llena de estudio y oración. ¿Responde esto a la realidad?

Cualquiera que conozca a un seminarista sabe que eso de una vida triste no es cierto en absoluto. Con respecto a la austeridad, procuramos llevar una vida acorde con el compromiso con el Señor y la si la seriedad es sinónimo de aburrimiento o tristeza eso no responde en absoluto a la realidad.
El estudio y la oración son nuestra labor principal en los años de Seminario –también lo será en nuestra vida como sacerdotes– y por supuesto esto no nos hace estar tristes en absoluto, porque el estudio lo hacemos por el Señor y pensando en los fieles que un día se nos encomendarán. La oración es donde nos “cargamos las pilas”, porque sin Él no podemos hacer nada.


Y en las relaciones personales ¿Responde la vida en el seminario al modelo ideal de comunidad cristiana o hay de todo como en todas partes?

La convivencia en el Seminario es bastante buena, a esto ayuda el que todos compartimos un mismo ideal. Pero, como es normal, hay diferencias entre unos y otros, porque cada uno es diferente, aunque es precisamente ahí donde está una gran riqueza del Seminario: que siendo todos diferentes unos de otros, vivimos un clima de fraternidad en el que todos nos apoyamos y ayudamos.

Una pregunta meramente material. Cualquier tipo de estudio tiene un coste ¿resulta muy costoso estudiar en el seminario? ¿cualquier chico de cualquier condición puede ingresar en él?

Es obvio que los estudios tienen un coste, más cuando los alumnos viven internos, precisamente por eso pedimos generosidad en la Campaña del Día del Seminario para que ninguna vocación se pierda por falta de medios económicos; porque lo que está claro es que las condiciones económicas no son un obstáculo, pues si hay algún problema, el Señor proveerá seguro, pero esa providencia pasa por la Campaña del Día del Seminario.

Por tu experiencia y la de tus compañeros ¿Se hace muy duro dejar de vivir con tu familia a edades tan jóvenes?

En mi caso, no entré tan joven al Seminario como otros compañeros míos, pues yo entré a los 23 años, pero algunos de mis compañeros entraron a los 12 años al Seminario Menor.
Puede que resulte más difícil pensarlo que cuando uno ya ha entrado, pues los seminaristas menos suelen ver a sus familias con cierta frecuencia y nosotros, aunque vamos menos a casa, tenemos una nueva familia en el Seminario de la que nos sentimos parte integrante.


¿Cuál es la mayor privación "del mundo" que tienes que hacer por entregar tu vida a Dios?

Con Dios no hay privaciones, con Dios todo es ganancia, porque cualquier cosa que ofrezcamos a Dios tiene un valor infinito que puede repercutir tanto en nosotros como en todo el mundo.

¿Cuál es la forma que crees más propicia para que los padres acerquemos a nuestros hijos al discernimiento sobre la llamada al orden sacerdotal?

Lo primero es a través de la participación en los sacramentos: un joven que participa habitualmente de la Eucaristía verá la importancia del sacerdote para la celebración. Además de la formación en catequesis y grupos parroquiales. Pero sobretodo, algo fundamental es que la vocación sacerdotal se vea en la familia como algo normal, que al niño no se le meta la idea de que los curas son “gente rara”. Y si se ve que un niño puede estar inclinado a la vida sacerdotal o religiosa, hablarlo con el párroco, pues él conoce los medios que el Seminario pone para el discernimiento vocacional.

A los jóvenes que puedan sentir la llamada del Señor ¿qué le dirías y qué pasos le aconsejarías seguir?

Lo primero es que no tengan miedo en absoluto a decirle “sí” al Señor, porque van a ser muy felices; cualquiera que me conozca sabe que soy y estoy muy feliz. En cuanto a los pasos... no hay recetas generales, pero lo primero es que recen mucho y que hablen con el párroco o alguien de confianza, como un catequista, para que puedan hacer un proceso de discernimiento.

Para terminar ¿Qué le pedirías a tus hermanos en la fe?

A todos mis hermanos de mi querida parroquia les pido que recen por las vocaciones: por los sacerdotes, en especial por los de la parroquia; por las vocaciones que se están formando en el Seminario y para que el Señor abra los oídos de los jóvenes que puedan ser llamados a seguirle como sacerdotes. También, si se me permite, pido oraciones por mí mismo, para que sea perseverante y fiel a la vocación a la que el Señor me ha llamado y sea un cura santo el día de mañana.

Desde aquí le agradecemos enormemente a Antonio este entrañable testimonio y queremos desearle lo mejor, brindádole nuestro apoyo y colaboración en todo aquello que necesite y como no, teniéndolo presente en nuestras oraciones para que el Señor le conceda llegar a ser un santo Sacerdote.

2 comentarios:

  • Emilio says:
    19 de marzo de 2009, 8:35

    Querido Antonio, cuenta con mis oraciones por las vocaciones, por los sacerdotes, especialmente por los de nuestra parroquia y por supuesto por tí, regalo que el Señor nos hace. Muchas gracias por compartir un poco de tí con nosotros en esta entrevista.

  • Un feligrés del Beato says:
    21 de marzo de 2009, 10:58

    Que Dios te bendiga, Antonio, tanto a tí como a todos tus compañeros. Pero no olvides algo muy importante: la Iglesia del mundo entero espera sacerdotes que sean al mismo tiempo espirituales, humanos y serviciales. Que os abráis a toda la comunidad parroquial allá donde osencotréis.
    Un fuerte abrazo.

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