El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la gran vigilia de la noche santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos “del agua y del Espíritu Santo” y reafirmamos de nuevo compromiso de corresponder a la acción de la gracia para ser discípulos.
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