Lecturas: Ezequiel 18, 25-28, Salmo 24 // Filipenses 2, 1-11 // Mateo 21, 28-32
¡Que importante es la coherencia de nuestra vida! Podría ser el res

El otro hijo, al recibir el mandato de su padre, se siente molesto, es sincero, no tiene ganas en ese momento de ir trabajar y así se lo manifiesta a su padre. Pero luego recapacita, medita un poco y se da cuenta de lo injusto de su proceder y se va a trabajar cumpliendo así la voluntad del padre.
Nosotros, en nuestra vida de fe, recibimos el mandato del Señor de vivir el Evangelio. Escuchamos en su Palabra cuál es su voluntad para nosotros. Tenemos bien claro que es lo que tenemos que hacer. Seguramente al oirlo en la Iglesia, al leerlo en el evangelio, le decimos a Dios que vamos a hacerlo, le prometemos que vamos a ser buenos hijos suyos. Pero la realidad es que cuando volvemos a la vida diaria no hacemos nada de lo que el Señor nos ha mandado. Se da el caso de la persona que se revela contra Dios, que le manifiesta que le cuesta mucho seguir su voluntad, incluso que casi se niega a hacerla. Pero luego se da cuenta de la necedad de sus palabras y recapacita y cumple con la voluntad de Dios.
Queridos hermanos hay muchas personas que al comenzar cada curso quieren hacer un montón de cosas, quieren dedicarse a un montón de buenas obras y asi lo manifiestan. Pero luego, nunca tiene tiempo, al final no hacen nada. Hay personas que les cuesta, que parece que no pueden hacer nada, pero luego hacer un esfuerzo, sacan tiempo y colaboran en infinidad de cosas, cumpliendo así con la voluntad del Señor.
¿Cuál eres tú?¿Con qué hijo te identificas? Piensalo ante el Sagrario y convierte tu vida.
Tomás Pajuelo Romero. Párroco.
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