miércoles, 31 de octubre de 2012

Apresurémonos hacia los hermanos que nos esperan

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Lecturas: Apocalipsis 7,2-4.9-14 // Salmo 24(23) // Epístola I de San Juan 3,1-3 // Evangelio según San Mateo 5,1-12a

Hoy quiero hacer mias estas palabras de S.Bernardo explicando la solemnidad de todos los Santos:

De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 2: Opera omnia, edición cisterciense, 5 [1968], 364-368 )

APRESURÉMONOS HACIA LOS HERMANOS QUE NOS ESPERAN

¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios? Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo.

El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores, con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.

Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos las cosas de arriba, pongamos nuestro corazón en las cosas del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma. Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de compartir su gloria.

El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria. Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados. Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión. Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordarnos que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con el. Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuando transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es él.

Deseemos, pues, esta gloria con un afán seguro y total. Mas, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también en gran manera la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas.


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martes, 30 de octubre de 2012

Aviso: Precepto en la Solemnidad de Todos los Santos y horarios de misas en el día de los Fieles Difuntos

El día 1 de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos y día de precepto, se celebrará la Santa Misa a las 10h, 12h y 20h, como todos los domingos.

El día 2 de noviembre, con motivo de la celebración del día de los Fieles Difuntos se celebrará la Santa Misa en nuestra parroquia a las 18'00 h. y a las 20'00 h.

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La Presencia Real de Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía (XIV): Conclusión

Por su Presencia Real en la Eucaristía, Cristo cumple con su promesa de estar con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28:20). Como escribió S. Tomás de Aquino, “Es la ley de la amistad que los amigos deban vivir juntos... Cristo no nos ha dejado sin su presencia corpórea en este nuestro peregrinaje, sino que nos une a Sí mismo en este sacramento en la realidad de su cuerpo y su sangre” ( Summa Theologiae, III q. 75, a. 1). Con este don de la presencia de Cristo en medio de nosotros, la Iglesia es verdaderamente bendita. Como Jesús dijo a sus discípulos, refiriéndose a su presencia entre ellos, “yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron” (Mt 13:17). En la Eucaristía, la Iglesia a la vez recibe la ofrenda de Jesucristo y da profundas gracias a Dios por tal bendición. Esta acción de gracias es la única respuesta adecuada, pues mediante esta ofrenda de sí mismo en la celebración de la Eucaristía, bajo la apariencia de pan y de vino, Cristo nos da la ofrenda de la vida eterna.

Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. . . . Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. (Jn 6:53-57)

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sábado, 27 de octubre de 2012

«Un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino...»


XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Jeremías 31, 7-9 // Salmo 126 // Hebreos 5, 1-6 // Marcos 10, 46-52.

Queridos hermanos y hermanas:

Escultura 'Jesus curando al ciego Bartimeo' por Johann Heinrich Stöver, 1861Este domingo, la lectura del Evangelio nos presenta el milagro del ciego Bartimeo. Aquel ciego está al borde del camino, en su indigencia, con su gran problema de ceguera.

Este texto tiene una carga simbólica tremenda: Un ciego, la ceguera siempre simboliza en la Biblia, el pecado, el vivir a oscuras, sin disfrutar de la LUZ de Dios. Es reconocer que nuestros caminos están sin la luz salvadora de Dios.

El borde del camino: simboliza nuestra vida apartada del camino de la Salvación, está al borde, significa que no se ha alejado definitivamente de Dios, que ve pasar a los que le siguen pero no se implica, vive de ellos con sus limosnas.
Si nos proponemos actualizar esta parábola es fácil poner personajes actuales: El ciego del camino serían todos aquellos que viven apartados de Dios, de la Iglesia, de la Fe. Están en pecado, a oscuras... están al borde del camino, no se han ido del todo. Son todos aquellos que que viven a oscuras, sin fe, sin Dios pero que viven de Él... se siguen acercando a la Iglesia a PEDIR: sacramentos, oraciones, funerales, dinero, alimentos... pero siguen al borde del camino. Ciegos y sin la luz de la fe.

Bartimeo oye que se acerca Jesús, desde lo hondo de su corazón lanza un grito, un grito de ayuda... su corazón alberga un poco de luz, de fe... y su esperanza se refuerza al saber que el Nazareno pasa por allí.

La gente que lo rodea quiere hacerle callar, quiere que deje en paz a Jesús. Quieren apartarlo. Borrar esa poca luz y esperanza que tiene aún en su corazón.

Cuanta gente quiere volver a la Iglesia, quieren recuperar el camino de Cristo y los que los rodean se lo impiden... el que dirán les impide retomar su vida de fe.

Bartimeo venció a los que querían acallar su voz y consiguió que Jesús le escuchara y que le curara. Si nosotros somos capaces de acallar las voces que quieren impedir que estemos cerca de Cristo conseguiremos que Dios realice en nosotros el milagro de su presencia en nuestras vidas. Transformando nuestra existencia desde la raíz. Haciendo que nuestra vida se llene de luz, de fe, de esperanza, de alegría, de gozo... de paz.

Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor. Tomás.

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miércoles, 24 de octubre de 2012

Aviso: Comienzo de las Catequesis de adultos el viernes 26 de octubre

El próximo viernes 26 de octubre de 2013, a las 20:30 horas, comenzarán las catequesis de adultos.

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martes, 23 de octubre de 2012

La Presencia Real de Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía (XIII): ¿Por qué llamamos “misterio” a la presencia de Cristo en la Eucaristía?

La palabra “misterio” suele referirse a algo que escapa a la plena comprensión de la mente humana. En la Biblia, sin embargo, esta palabra tiene un significado más profundo y específico, pues se refiere a aspectos del plan de salvación de Dios para la humanidad, que ha empezado ya pero será concluido sólo al final de los tiempos. En el antiguo Israel, por el Espíritu Santo Dios fue revelando a los profetas algunos de los secretos de lo que iba a cumplir para la salvación de su pueblo (cf. Am 3:7; Is 21:28; Dn 2:27-45). Igualmente, por la predicación y enseñanza de Jesús, el misterio del “Reino de Dios” se fue revelando a sus discípulos (Mc 4:11-12). S. Pablo explicaba que los misterios de Dios pueden desafiar nuestro entendimiento humano o incluso parecer locuras, pero su significado es revelado al Pueblo de Dios mediante Jesucristo y el Espíritu Santo (cf. 1 Co 1:18-25, 2:6-10; Rom 16:25-27; Ap 10:7).

La Eucaristía es un misterio porque participa del misterio de Jesucristo y del plan de Dios para salvar a la humanidad por Cristo. No nos debería sorprender que haya aspectos de la Eucaristía que no son fáciles de entender, pues el plan de Dios para el mundo ha rebasado repetidamente las expectativas humanas y el entendimiento humano (cf. Jn 6:60-66). Por ejemplo, ni los discípulos comprendieron al principio que era necesario que el Mesías fuera condenado a muerte y luego resucitara de entre los muertos (cf. Mc 8:31-33, 9:31-32, 10:32-34; Mt 16:21-23, 17:22-23, 20:17-19; Lc 9:22, 9:43-45, 18:31-34). Asimismo, cada vez que hablamos de Dios hemos de tener presente que nuestros conceptos humanos nunca aprehenden enteramente a Dios. No debemos limitar a Dios a nuestro entendimiento sino permitir que nuestro entendimiento, por la revelación de Dios, se extienda más allá de sus limitaciones normales.

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domingo, 21 de octubre de 2012

Aviso: Catequesis de Confirmación


El próximo fin de semana se reanudan las catequesis de Confirmación con el mismo horario que tenían el curso pasado. 
Los jóvenes (a partir de 1º de ESO) que comienzan este año su preparación tienen la reunión de presentación el próximo sábado 27 a las 12:00, en los salones parroquiales. 
Los adultos que deseen prepararse para la confirmación podrán hacerlo en un grupo que se reunirá durante todo el curso cada lunes a las 20:30 horas.

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sábado, 20 de octubre de 2012

«Por sus sufrimientos mi siervo justificará a muchos»


XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Isaías 53, 10-11 // Salmo 33 // Hebreos 4, 14-16 // Marcos 10, 35-45.

Queridos hermanos y hermanas:

En este domingo XXIX del Tiempo ordinario las lecturas se refieren al sufrimiento, en comparación con los deseos de reconocimiento y de honra que -equivocadamente- alimentamos y promovemos los seres humanos.

En la Primera Lectura del Antiguo Testamento se anuncian los sufrimientos de Cristo y su finalidad. “El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento”, anunciaba el Profeta Isaías. “Cuando entregue su vida como expiación... con sus sufrimientos justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos” (Is. 53, 10-11).
En este domingo XXIX del Tiempo ordinario las lecturas se refieren al sufrimiento, en comparación con los deseos de reconocimiento y de honra que -equivocadamente- alimentamos y promovemos los seres humanos.

En la Primera Lectura del Antiguo Testamento se anuncian los sufrimientos de Cristo y su finalidad. “El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento”, anunciaba el Profeta Isaías. “Cuando entregue su vida como expiación... con sus sufrimientos justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos” (Is. 53, 10-11).

En efecto, nos dice el Evangelio (Mc. 10, 35-45): “Jesucristo vino a servir y a dar su vida por la salvación de todos”.

Y el sacrificio de Cristo, anunciado desde el Antiguo Testamento y realizado hace 2012 años menos 33 (hace 1979 años), se re-actualiza en cada Eucaristía celebrada en cada altar de la tierra. ¡Gran milagro!

“El más grande de los milagros”, lo proclamaba el Papa Juan Pablo II en una de sus Catequesis de los Miércoles del año 2000, dedicada a la Eucaristía.

Y nos comentaba Juan Pablo II en su Encíclica sobre la Eucaristía («Ecclesia de Eucharistia») que los Apóstoles, habiendo participado en la Última Cena, tal vez no comprendieron el sentido de las palabras que salieron de los labios de Cristo en el Cenáculo. Aquellas palabras vinieron a aclararse plenamente al terminar el Triduo Santo, tiempo que va de la tarde del Jueves Santo hasta la mañana del Domingo de Resurrección.

>Nos dice el Papa que la institución de la Eucaristía, en efecto, anticipaba sacramentalmente los acontecimientos que tendrían lugar poco más tarde, comenzando con la agonía de Jesús en el Huerto de Getsemaní.

Vemos a Jesús que sale del Cenáculo, baja con los discípulos, atraviesa el arroyo Cedrón y llega al Huerto de los Olivos. En aquel huerto habían árboles de olivo muy antiguos, que tal vez fueron testigos de lo que ocurrió aquella noche, cuando Cristo en oración experimentó una angustia mortal.

La sangre, que poco antes había entregado a la Iglesia como bebida de salvación al instituir la Eucaristía durante la Ultima Cena, comenzaría a ser derramada con los azotes, la corona de espinas, y su efusión, hasta la última gota, se completaría después en el Gólgota. En la Cruz Cristo derrama su Sangre por nosotros, Y entonces su Sangre se convierte en instrumento de nuestra Salvación.

Recuerdo. Memorial. Re-actualización. Son todas palabras que definen lo que realmente sucede en la Santa Misa. Es decir en cada Eucaristía se recuerda, se revive, se re-actualiza, más aún, se hace presente el Sacrificio de Cristo: su muerte para salvación de todos. Estamos en el Calvario cuando estamos en Misa. La escena del Calvario se hace presente en la Misa. ¡Gran Milagro!

Nos dice la Encíclica que cuando se celebra la Eucaristía... "se retorna de modo casi tangible al momento de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, se retorna a su «hora», la hora de la cruz y de la glorificación. A aquella hora vuelve espiritualmente todo Presbítero que celebra la Santa Misa, junto con la comunidad cristiana que participa en ella”.

Pero ¡qué distinto vemos los humanos el sufrimiento! ¡Como rehuimos la Cruz! ¡Como desechamos sufrir por amor!

A la luz de lo que Cristo ha hecho por nosotros, cabe pensar entonces cómo aceptamos nosotros el sufrimiento. Cabe cambiar nuestra visión del sufrimiento, si no tenemos la adecuada. ¡Cómo somos los seres humanos! Evadimos la idea misma del sufrimiento y pensamos más bien en los honores, en los puestos, en el poder. De allí la respuesta de Jesús: el que quiera tener parte en la gloria, deberá pasar por la dura prueba del sufrimiento. Por eso les pregunta a sus apóstoles si están dispuesto a beber el cáliz que Él va a beber. ¿Somos capaces de abrazar la Cruz con amor y seguir a Cristo?

Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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martes, 16 de octubre de 2012

La Presencia Real de Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía (XII): ¿Por qué hablamos del “Cuerpo de Cristo” en más de un sentido?


En primer lugar, el Cuerpo de Cristo se refiere al cuerpo humano de Jesucristo, quien es la divina Palabra hecha hombre. Durante la Eucaristía, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Como humano, Jesucristo tiene un cuerpo humano, un cuerpo resucitado y glorificado que en la Eucaristía nos es ofrecido en la forma de pan y de vino.

En segundo lugar, como nos enseñó S. Pablo en sus cartas, usando la analogía del cuerpo humano, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo en el cual muchos miembros están unidos con Cristo su cabeza (cf. 1 Co 10:16-17, 12:12-31; Rom 12:4-8). A esta realidad se le llama frecuentemente el Cuerpo Místico de Cristo. Todos unidos a Cristo, los vivos y los difuntos, forman juntos un solo Cuerpo en Cristo. Esta no es una unión que pueda ser vista por ojos humanos, pues es una unión mística llevada a cabo por el poder del Espíritu Santo.

El Cuerpo Místico de Cristo y el Cuerpo de Cristo eucarístico están vinculados inseparablemente. Por el Bautismo entramos en el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, y al recibir el Cuerpo de Cristo eucarístico somos fortalecidos e incorporados en el Cuerpo Místico de Cristo. El acto central de la Iglesia es la celebración de la Eucaristía; los creyentes individuales son sostenidos como miembros de la Iglesia, miembros del Cuerpo Místico de Cristo, al recibir el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Jugando con los dos significados de “Cuerpo de Cristo”, S. Agustín dice a quienes van a recibir el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía: “Sean lo que ven, y reciban lo que son” (sermón 272). En otro sermón dice, “Si reciben dignamente, son lo que han recibido” (sermón 227).

La obra del Espíritu Santo en la celebración de la Eucaristía es de dos aspectos, de un modo que corresponde al doble significado de “Cuerpo de Cristo”. Por un lado, mediante el poder del Espíritu Santo, el Cristo resucitado y su acto de sacrificio se hacen presentes. En la oración eucarística, el sacerdote pide al Padre que envíe el Espíritu Santo sobre los dones del pan y el vino para transformarlos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo (oración conocida como la epíclesis o invocación). Por otro lado, al mismo tiempo el sacerdote pide al Padre que envíe el Espíritu Santo sobre toda la asamblea para que “quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu” ( Catecismo, no. 1353). Es mediante el Espíritu Santo que el don del Cuerpo de Cristo eucarístico viene a nosotros y mediante el Espíritu Santo nos unimos a Cristo y nos unimos entre nosotros para formar el Cuerpo Místico de Cristo.

Por lo tanto, podemos ver que la celebración de la Eucaristía no solamente nos une a Dios como individuos aislados entre sí. Por el contrario, somos unidos a Cristo junto con todos los demás miembros del Cuerpo Místico. La celebración de la Eucaristía debe acrecentar así nuestro amor recíproco y hacernos recordar nuestros compromisos mutuos. Asimismo, como miembros del Cuerpo Místico, tenemos el deber de hacer presente a Cristo y de traerlo al mundo. Tenemos la responsabilidad de compartir la Buena Noticia de Cristo no sólo con nuestras palabras sino también con el modo en que vivimos nuestras vidas. Tenemos también la responsabilidad de trabajar contra todas las fuerzas que en nuestro mundo se oponen al Evangelio, incluyendo todas las formas de injusticia. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: “La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres. Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros, debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos” (no. 1397).

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lunes, 15 de octubre de 2012

Aviso: Reunión de los padres de los niños de 3º de primaria para preparar las primeras comuniones

Será el próximo jueves 18 de octubre a las 20:30h en el Salón Parroquial. Están convocados los padres y madres de los niños/as de 3º de primaria para preparar las primeras comuniones.

Más información sobre las comuniones 2013, en el recuadro de la derecha: "Avisos Primeras Comuniones"

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miércoles, 10 de octubre de 2012

Año de la Fe 2012 - 2013

Hoy da comienzo el Año de la fe, hasta el próximo 24 de noviembre de 2013. Dios nos ofrece esta oportunidad de buscar una “auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”. El objetivo principal de este año es que cada cristiano “pueda redescubrir el camino de la fe para poner a la luz siempre con mayor claridad la alegría y el renovado entusiasmo del encuentro con Cristo”. Que Dios nos guíe.

Mucha más información.

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lunes, 8 de octubre de 2012

La Presencia Real de Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía (XI): Durante la Eucaristía, ¿está Cristo presente de otras maneras además de su Presencia Real en el Santísimo Sacramento?

Sí.

Cristo está presente durante la Eucaristía de varias maneras.
Está presente en la persona del presbítero que ofrece el sacrificio de la misa. Según la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II, Cristo está presente en su palabra “pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es él quien habla”. También está presente en el pueblo reunido que ora y canta, “pues él prometió: ‘donde están dos o
tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos’ (Mt 18:20)” ( Sacrosanctum Concilium, no. 7). Asimismo, él está presente también en los otros sacramentos; por ejemplo, “cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza” (ibíd.).

Hablamos de la presencia de Cristo bajo la apariencia de pan y vino como “real”, con el fin de enfatizar la naturaleza especial de dicha presencia. Lo que parece ser pan y vino es en su misma substancia el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Cristo entero está presente, Dios y hombre, cuerpo y sangre, alma y divinidad. Si bien los otros modos en que Cristo está presente en la celebración de la Eucaristía no dejan, ciertamente, de ser reales, este modo supera a los demás. “Esta presencia se denomina ‘real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ‘reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente” ( Mysterium Fidei, no. 39).

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sábado, 6 de octubre de 2012

San Juan de Ávila, doctor de la Iglesia: Biografía

Biografía

Más información en el sitio web dedicado a este gran santo de adopción cordobesa.

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viernes, 5 de octubre de 2012

El Obispo ha nombrado a nuestro párroco Arcipreste de Ciudad Jardín

El pasado jueves 4 de octubre, Don Demetrio Fernández designó Arcipreste de Ciudad Jardín a nuestro párroco D. Tomás. La fotografía recoge el momento en que D. Tomás jura, con la mano sobre los evangelios y ante el crucifijo, fidelidad a Dios y la Iglesia en el desempeño de su cargo.

Además de felicitar a nuestro querido Tomás, recemos por él para que Dios le ayude en la encomienda de servicio que le ha hecho la diócesis.

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miércoles, 3 de octubre de 2012

La Presencia Real de Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía (X): ¿Se recibe a Cristo entero si se recibe la Santa Comunión bajo una sola especie?

Sí.

Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador, está en la Eucaristía completamente presente, ya sea bajo la apariencia del pan o bajo la apariencia del vino. Además, Cristo está totalmente presente en cualquier fracción de la Hostia consagrada o en cualquier gota de la Preciosísima Sangre.
No obstante, es preferible recibir a Cristo en ambas especies durante la celebración de la Eucaristía. Esto permite que la Eucaristía aparezca más perfectamente como un banquete, un banquete que es un anticipo del banquete que se celebrará con Cristo al final de los tiempos cuando el Reino de Dios se haya establecido en su plenitud (cf. Eucharisticum Mysterium, no. 32).

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lunes, 1 de octubre de 2012

"El Hijo Pródigo" ¿Parábola Bíblica o Palabra Viva y Actual?

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