Lecturas: Exodo 34,29-35 // Salmo 99(98) // Mateo 13,44-46
Queridos hermanos y hermanas, la Palabra de Dios que escuchamos hoy, en este domingo, nos pone ante la responsabilidad de contrastar nuestra vida y nuestra fe. El Señor, nos predica tres parábolas del Reino: el tesoro, la perla y la red de peces.
El Tesoro escondido: Es una parábola muy corta pero muy significativa. El Señor nos hace caer en la cuenta que cuando descubrimos algo en el terreno material que nos interese, hacemos lo que haga falta para conseguirlo. Aquel hombre descubrió un tesoro, una fortuna, pero aquel campo no era suyo, así que lo volvió a esconder, lo enterró y se fue a su casa y vendió todo lo que tenía para comprar aquel campo. Aquel campo, seguramente no tendría mucho valor, seguro que los vecinos le dirían que estaba loco por vender su casa, sus posesiones para comprar un campo. Pero el sí sabia el secreto: en el campo había un tesoro que le iba a cambiar la vida!
El Señor nos dice que vivir el evangelio, vivir el Reino, es un verdadero tesoro, es una felicidad inmensa. Que hace falta "vender" nuestras posesiones para comprar, para estar libres, para vivir el Reino de Dios. Pero antes es necesario encontrar el tesoro, descubrir el valor de la Salvación en nuestra vida. Mientras no descubramos que el evangelio, la fe, la oracion, los sacramentos,etc... "ES UN TESORO" dificilmente pondremos todo nuestro empeño en vivir cristianamente. He sido testigo en muchas ocasiones de la conversión de muchas personas que han descubierto que la fe en Cristo Jesús es un verdadero tesoro por el que merece la pena dejarlo todo y vivir la fe. Pero soy testigo, la mayoria de las veces, de muchísimas personas que oyen la Palabra, oyen la predicación, ven la vida cristiana de sus semejantes, ven la salvación en muchos de los que están a su lado...pero para ellos no es un tesoro por el que merezca la pena entregarse. Consideran que con acercarse a verlo cada domingo, a intuirlo cada domingo ya es bastante pero no lo experimentan como la unica forma de cambiar y vivir su existencia verdaderamente felices.
Hermanos, salgamos de nuestra comodidad, hay que implicarse, somos demasiado cómodos, no salimos ni tan siquiera a buscar el tesoro. Preferimos seguir gozando de nuestra pobreza, de lo poco que tenemos, de nuestras penas, de nuestras miserias, de nuestros pecados... y en cambio el Señor nos pide que salgamos, que dejemos todo eso, que acudamos a EL que es el tesoro de nuestras vidas, que puede llenarnos de amor y felicidad.
En estos días he peregrinado a Roma, y he podido constatar como el esfuerzo, las grandes caminatas, el calor, no era problema alguno ante la maravilla de vida, de Iglesia, de fe, que supone estar a los pies del Vicario de Cristo.
Yo os animo a que os pongáis en camino, que aprovechemos este tiempo de verano para sacar un tiempo de oración, de hacer un buen examen de conciencia y hacer una buena confesión. En las vacaciones procuramos quitarnos todo el estrés del año para venir renovados a nuestras ocupaciones. Pues aprovechemos también para quitarnos todo el "estrés del pecado" haciendo una buena confesión y volver como nuevos a nuestra comunidad, a nuestra vida cristiana.
La Perla: con esta parábola insiste en la misma idea, cuando algo interesa de verdad ponemos TODO nuestro empeño en conseguirlo.
La parábola de la red y los peces nos recuerda que en la comunidad, en la Iglesia, tiene que haber peces buenos y malos, pero que no podemos olvidar que al final, el Señor pondrá en un canasto los buenos y tirará los malos. No perdamos el tiempo y la vida quejándonos de lo malo que son los demás y vamos a ponernos a ser buenos nosotros. Al final iras a un cesto o al otro por tus obras no por lo que te hayas quejado de lo malo que es el prójimo. Allí no habrá más remedio que dar cuenta de lo que cada uno es de verdad y no valdrá decir ¡es que tal cura! ¡es que fulanito!¡es que mi catequista! Te dirá el Señor ¡es que te lo dije tantas veces y no me escuchaste!
Cristo es el tesoro por el que vale entregar la vida, os lo aseguro, el que le sigue tiene el ciento por uno aqui y la eternidad en su Reino.
Que Dios os bendiga a todos y feliz día del Señor.
Tomás Pajuelo. Párroco
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